Mostrando entradas con la etiqueta #despertandoconciencia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta #despertandoconciencia. Mostrar todas las entradas

diciembre 24, 2024

Soy feliz todo el año, pero no me gusta la Navidad

(Es el único día en que me siento triste, y sí, pongo arbolito y luces y adornos)



A estas alturas, lo único que trae diciembre es un silencio más profundo a mi hogar. 

No tuve hijos, y mi poca familia se olvidó de mi cumpleaños, de las llamadas y, por supuesto, de estas fiestas. Cada nochebuena, miro por la ventana cómo los vecinos ríen y comparten momentos que ya no me pertenecen. 

Las gaitas (música tradicional navideña en Venezuela), resuenan en las calles, pero aquí, en mi sala, todo está en calma, demasiado en calma. 

No me gusta la Navidad porque he visto cómo la gente se llena de regalos efímeros mientras aumenta la carga de deudas y problemas. Si no entiendes el por qué a algunas personas no le gusta la navidad, siéntate y conversa con el joven que se fue a estudiar al extranjero lejos de su familia y no puede viajar para las fiestas. Los padres que perdieron a su hijo. Los hijos que perdieron a sus padres. Con el “viejo” que está solo y su única compañía es el televisor o un radio. Con la anciana que vive en un asilo y sus familiares no la visitan y una larga lista de más ejemplos.

No, la navidad no es la mejor época del año para muchos, aunque quisiéramos…

Más luces, más adornos, más envolturas, pero menos corazón. Esos destellos encandilan los ojos, pero no alivian la soledad.  Son muchas las personas que enfrentan diferentes situaciones que han descompensado su salud mental y estas fechas de fiestas lo que logran es exacerbar esos síntomas de desasosiego, incertidumbre, tristeza, soledad o los síntomas de la depresión. Que luchan por salir adelante, pero la tristeza los agarra y los echa hacia atrás. 

Cada situación es diferente o individual e igual la manera de sobrellevarlo. En vez de JUZGAR a aquel que no pone luces o el arbolito, mejor pregúntate que puedes hacer o decir para animarlo, de seguro será el mejor regalo que puedas hacer y sin saberlo puede que hasta salves una vida.

A mí, lo único que de verdad me hace compañía es mi gata, que jamás me ha abandonado. Ella también sufre con los ruidos de fuegos artificiales y música estridente.

No me gusta la Navidad porque me recuerda que ya casi nadie cruza mi puerta. El tiempo pasa y las visitas se desvanecen, como si mi existencia fuese un fantasma que pocos quieren mirar. Sin embargo, cada año, en medio de la nostalgia, acaricio la esperanza de que alguien toque a mi puerta con una sonrisa sincera. Hasta entonces, me quedaré observando, con mi gata fiel a mi lado, esperando que algún día esta fecha deje de pesar tanto y vuelva a ser un momento de amor verdadero, y no solo un espectáculo de luces vacías!

Cada situación es diferente o individual e igual la manera de sobrellevarlo. 

En esta época de navidad, que lo más que brille no sean las luces, sino la humanidad y que el mejor regalo que le hagamos al niñito Jesús en su cumpleaños sea la hermandad, compasión, empatía, paz, abrazos y muchas risas.

Estés donde estés, espero que estés bien.


© Yngrid U.
Caracas, Diciembre 24 de 2024


noviembre 18, 2024

Lo que exiges, lo que necesitas...


Ilustración tomada de Google


Todo lo que le exiges a la pareja es todo lo que no quedó satisfecho en la infancia por papá y mamá:


Mírame, Cuídame, Escúchame, Acaríciame, Reconóceme, Apóyame, Dame, Hazme caso, Protégeme, Tenme en cuenta, Ayúdame...


Las demandas que uno puede tener hacia su pareja, reflejadas en la lista de deseos y necesidades expuesta previamente, pueden ser un eco de lo que quedó insatisfecho durante la infancia, principalmente proveniente de la relación con los padres. 

Las figuras paternas y maternas juegan un papel crucial en la formación de cómo percibimos el mundo y las relaciones en nuestra adultez.

Es aquí donde las relaciones humanas se entrelazan con historias marcadas por la infancia, un periodo de aprendizaje crucial que deja una huella profunda y duradera en nuestro ser. 

Las semillas sembradas en ese jardín temprano, regadas con las lágrimas y sonrisas de nuestros padres, germinan a lo largo de los años, tejiendo una red invisible que conecta nuestro pasado con nuestro presente.

Mirar hacia adentro, hacia esos primeros años de vida, puede resultar desafiante, pero también esclarecedor y liberador. 

En ese período temprano, donde la mente y el corazón son esponjas que absorben sensaciones, emociones y patrones de comportamiento que nos rodean, muchas de estas semillas que fueron plantadas crecerán fuertes y frondosas, nutriendo nuestro ser en armonía. 

Otras, sin embargo, pueden quedar enterradas en el suelo fértil de nuestra psique, esperando ser descubiertas y transformadas.

La necesidad de atención, cariño, reconocimiento y protección puede derivar de etapas de la niñez en las que estos elementos escasearon. Es comprensible que en la adultez se busque llenar esos vacíos emocionales con el amor y el apoyo de una pareja. Del mismo modo, el miedo al abandono, la búsqueda de seguridad y el deseo de control pueden remontarse a momentos en los que nos sentimos vulnerables e indefensos.

Es crucial comprender que estas demandas no son defectos, sino señales que nos muestran las áreas en las que aún podemos crecer y sanar. Reconocer estas heridas de infancia, aceptarlas y trabajar en ellas con compasión y determinación es un acto de valentía y autenticidad. La terapia y el autoconocimiento son herramientas poderosas que nos permiten transformar esas heridas en sabiduría y amor propio, construyendo relaciones basadas en la comunicación honesta, el respeto mutuo y la empatía.

Recordar que cada ser humano es un universo único, tejido con hilos de experiencias y memorias que moldean su camino. 

Las exigencias hacia la pareja pueden ser peldaños que nos llevan de regreso al niño interior que anhela ser escuchado, comprendido y amado incondicionalmente. 

Las exigencias hacia la pareja pueden revelar capítulos no resueltos de nuestra historia personal, revelándonos dónde y cómo necesitamos crecer y sanar. 

Detrás de cada "Mírame", "Escúchame" o "Protégeme" se esconde un anhelo profundo de ser visto en nuestra autenticidad, de ser escuchado en nuestra vulnerabilidad, de ser protegido en nuestra fragilidad. Estas demandas, lejos de ser caprichos, son llamados del alma que buscan la integración y la plenitud.

Debajo de la superficie de las exigencias hacia la pareja yace un universo de emociones no expresadas, heridas no cicatrizadas y necesidades no satisfechas. 

La magia de la relación nos invita a explorar estos territorios desconocidos, a mirar con valentía debajo de las capas de protección y defensa que hemos erigido a lo largo de los años. 

En esta exploración profunda, encontramos tesoros escondidos de autoconocimiento y crecimiento, revelando aspectos de nosotros mismos que necesitan ser abrazados con amor y compasión.

Esta misma magia de la relación de pareja radica en su capacidad de ser un laboratorio vivo donde experimentamos el arte sagrado de la conexión humana. 

A través del espejo de la pareja, vemos reflejadas nuestras luces y sombras, nuestras fortalezas y debilidades, nuestros sueños y miedos. 

Este reflejo nos desafía a conocernos más profundamente, a abrazar nuestras imperfecciones con amor y a crecer juntos en un viaje de transformación continua.

Es en este mismo viaje de autodescubrimiento y crecimiento donde la pareja se convierte en un espejo que refleja nuestras luces y sombras, un compañero de ruta que nos desafía a ser la mejor versión de nosotros mismos, sanando y evolucionando juntos en un baile de amor y transformación.

En cada exigencia hacia la pareja se esconde una oportunidad de sanar, de crecer, de evolucionar. Al abrazar nuestras heridas de infancia con compasión y valentía, transformamos la relación con nosotros mismos y con los demás. 

En este viaje de autodescubrimiento y crecimiento, descubrimos el poder sanador del amor incondicional, que nos guía hacia la plenitud y la liberación, permitiéndonos ser quienes realmente somos: seres sabios, poderosos, conscientes y, sobre todo, seres de amor.


© Yngrid U.
Caracas, Noviembre 18 de 2024

marzo 28, 2024

7 cosas que debes recordar en tus días difíciles

 



1. Cuando el cuerpo está cansado la mente se mete en líos.

Tu mente es un reflejo de tu cuerpo, si tu cuerpo está cansado, tu mente está débil, y te meterá en líos.
En pensamientos negativos, en paradojas que te hacen infeliz.
Recuerda: Primero descansa, luego decide.

2. No hay solución sin aceptación.

El primer paso para pasar este día difícil son hacerlo más complicado, es aceptar.
Acepta que tienes un día difícil, esto también es vivir (esto también es un milagro).
Recuerda: El dolor es parte de la vida, el sufrimiento no tiene por qué serlo.

3. No te castigues.

Debería estar mejor. Tengo que cuidar a mis hijos. Mi pareja no me va a querer así…
Para esos pensamientos, no eres lo que sientes. No has hecho nada malo.
Recuerda: Ama todas tus partes, todas tus imperfecciones, ama los ciclos de la vida, amate. Basta de castigo. 

4. Hoy toca ser paciente.

La virtud de la paciencia te ayudará a superar este día, a estar con tu día difícil.
Sé paciente contigo mismo.
Recuerda: Esto, igual que pasa con los días buenos, también parara (antes de lo que crees).

5. Alcanza objetivos más pequeños hoy.

Nada más empezar tu día vuelve a plantear tus objetivos, hazlos alcanzables.
No vayas 60 minutos al gym, ve 30. No medites 30 minutos, medita 15.
Recuerda: No tienes que ganarte ninguna medalla, ajusta tus expectativas, trátate con cariño.

6. Haz cosas que calmen tu mente.

No tiene por que ser meditar, haz lo que sea que calme tu mente.
Para mí, por ejemplo, es leer, escribir, escuchar música, diseñar una joya o accesorio, caminar un rato.
No hay una receta para todos, pero tú sabes cuál es tu receta.
Recuerda: Eres lo más importante del mundo, porque tú eres el mundo. Cuídate.

7. Usa tu dolor, no dejes que el dolor te use a ti.

Ese dolor que sientes puede ser tu mayor guía espiritual.
Abandónate en él, siente, practica la quietud, no quieras que desaparezca.
Escucha las lecciones ocultas del dolor.
Recuerda: Dolor y placer son 2 extremos del mismo polo.





© Yngrid U.
Caracas, Marzo 28 de 2024