Sólo si me siento valioso por ser como soy, puedo aceptarme,
puedo ser auténtico, puedo ser verdadero.
Jorge Bucay
Por nuestras vidas pasan un sinfín de
personas, la mayoría de ellas tiene algo que enseñarnos, algo que aportarnos o
algo especial que sacar de nosotros para que nos conozcamos mejor…
Si pudiésemos escoger a las personas con
las cuales nos rodeamos, que muchas veces es posible, recomendaría hacerlo de
aquellas que nos permiten ser nosotros mismos. Si bien es cierto que esto no
debería depender de las personas que nos rodean, sino que nuestra autenticidad
debería estar constantemente con nosotros, también es cierto que eso no es tan
práctico como suena, que muchas personas ejercen algún tipo de influencia sobre
nuestro ser que puede limitar nuestra esencia.
Aquellas personas con las que se nos hace
más sencillo expresar nuestras ideas, hacer nuestras bromas, llorar en ciertas
ocasiones, contarles nuestros planes, aquellas con las que desarrollamos un
alto grado de confianza, que nos permiten expresarnos libremente, cómodamente,
que no esperan una conducta o una reacción particular, son personas
absolutamente necesarias en nuestras vidas, que nos recuerdan con su presencia
y con su trato que está bien ser como somos, que podemos ser amados y aceptados
sin colocarnos ningún tipo de máscaras o fachadas.
Mostrarnos tal cual somos nos permite
reafirmar nuestra esencia, utilizar nuestros recursos para nuestro desarrollo,
nos da seguridad, nos hace conocernos más, nos da la libertad de ser auténticos
ante nosotros mismos y ante el resto de las personas.
¿Cuál
es el primer deber del hombre?
La
respuesta es muy breve: ser uno mismo.
Henrik
Ibsen
Algunas de las personas que forman parte de
nuestra vida, inclusive sin quererlo, pretende hacer de nosotros algo
diferente, algo que corresponde más con lo que ellos pretenden que seamos y
algunas veces nos adaptamos a esas maneras, bien sea por no caer en conflictos
con alguien, por respeto, porque se trate de una persona que admiramos y de
alguna forma buscamos imitar o sencillamente por miedo, por miedo a no
adaptarnos a lo que esperan de nosotros, a no ser queridos o a no ser
respetados. Debemos tener el suficiente valor, templanza, actitud y
personalidad para respetar nuestra esencia y hacerla respetar por quienes nos
rodean.
Mientras nos armamos con todas esas
características que nos harán plantarnos frente al mundo como somos, más allá
de apariencias, de las expectativas, mantengamos a nuestro lado a aquellos que
sin mucho esfuerzo sacan lo mejor de nosotros e inclusive lo peor y nos ayuda a
mejorar desde la realidad, desde lo que somos.
Amate, acéptate y respétate, desde el amor
y el respeto se tumban las caretas y surge la autenticidad.
© Yngrid
Caracas, Febrero 18, 2017