Buscar nuestro propio bienestar y felicidad
no nos hace ser egoístas, sobre todo si lo hacemos para alejarnos de aquellas
personas que nos perjudican.
Todos tenemos claro que no es nada fácil
alejarnos ni romper de la noche a la mañana con todo aquello que vulnera
nuestra autoestima.
Las personas sabemos huir de esos focos
evidentes que nos hacen daño: el fuego, algo punzante, un callejón oscuro y
poco frecuentado por la noche. Nuestro
cerebro está programado para reconocer amenazas externas y activar una
respuesta: la huida.
Si hay algo que sabemos es que no todos los
estímulos dañinos de nuestro entorno son tan fácilmente reconocibles, ni es tan
sencillo decirnos a nosotros mismos que hemos de escapar.
Somos personas sociales que establecen
relaciones, amistades, que construyen vínculos en ocasiones sólidos con
personas que, de algún modo, resultan dañinas.
¿Qué debemos hacer en estos casos, cuando
quien “nos hace daño” es nuestra familia o nuestra pareja?
Quien te hace daño no te merece.
Sabemos que es fácil de decir, que en el fondo
de nuestra mente y corazón somos conscientes de que quien vulnera nuestra
autoestima y no nos respeta no nos quiere de verdad, pero: Cómo llegar a admitirlo?
Cómo reaccionar?
Las personas que hacen daño son personas
que se priorizan a ellas mismas.
Cuando comentamos que hay personas que
hacen daño, en lo primero que pensamos es en la violencia física.
Y, si bien es cierto que este hecho está
ahí, existe y que es algo que desde todas las instituciones sociales hemos de
combatir, también existe esa violencia implícita, indirecta y silenciosa igual
de dañina.
Hay personas con escasa empatía y
habilidades sociales, que son incapaces de establecer relaciones basadas en el
respeto y la reciprocidad.
Las parejas que suelen anteponer sus
intereses a las de su compañero son también muy destructivas.
El egoísmo, el no saber construir vínculos
basados en la comprensión, en la confianza o en el respeto son, sin duda,
aspectos que nos pueden hacer mucho daño en el día a día.
Se hace mucho daño con las palabras. En
ocasiones, no es lo que nos dicen, es cómo nos lo dicen. El usar un tono
despectivo, levantar la voz o hacer uso de la ironía son aspectos implícitos
que acaban vulnerando mucho nuestra autoestima.
El recibir una educación basada en una
comunicación deficitaria o autoritaria también hace daño y vulnera el auto
concepto y la seguridad del niño.
A su vez, en nuestras relaciones de pareja,
el tono de voz y la forma en que damos la información o establecemos un diálogo
también dicen mucho de nosotros.
Defiéndete ante lo que te hace daño. El
auténtico problema, tal y como te señalábamos al inicio, es que sabemos
reaccionar ante un estímulo físico amenazante, pero no ante uno social que
quiebra nuestra autoestima.
Uno de los focos que más daño suele
provocar es el familiar, de nuestro círculo más cercano en nuestro día a día.
¿Qué debo hacer si mi madre, mi hermano o
mi pareja no me respetan, o me hacen chantaje emocional?
Pon límites y atrévete a decir NO a lo que
no te gusta, a lo que no deseas, a lo que te incomoda.
Decir NO, no es un acto egoísta ni
amenazante. Es definir nuestra personalidad con respeto; es informar a quienes
nos rodean de que merecemos consideración y que hay cosas que nos hacen daño.
Lo esencial es que, ante esa advertencia,
la persona reaccione. Si percibes que las cosas no cambian y que siguen
actuando de la misma manera, será el momento de tomar alguna decisión: quien te
hace daño de forma voluntaria no te merece.
Entiende que no es posible complacer a
todos, que intentar agradar a cada una de las personas que nos rodean es algo
imposible y que además, nos puede traer la infelicidad.
En la vida se trata de saber establecer
prioridades y la primera prioridad eres tú. Si te quieres y te respetas, no
dejes que nadie te haga daño.
Es imprescindible establecer relaciones que
nos permitan ser siempre nosotros mismos, que nos muestren respeto, cariño y
comprensión.
Quien no te respete lo único que merece es
tu distancia, esa que te permitirá tener mayor equilibrio y protección
emocional. Aléjate o limita el contacto tanto como te sea posible, recordando
que no eres mala persona por alejarte de quien te hace daño.
Eres responsable, valiente y alguien que,
como cualquier otro, busca construir su propia felicidad. No pierdas más tiempo
con aquello que te hace daño o con quien no respeta tus valores y tu
integridad.
Febrero 6 de 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario